Las ONG internacionales condenan las continuas violaciones del Derecho Internacional Humanitario (DIH) en El Fasher, donde la población civil sufre hambre y está sitiada
Foro de ONG Internacionales de Sudán
Las organizaciones no gubernamentales internacionales que operan en Sudán condenan enérgicamente los nuevos y devastadores ataques contra El Fasher, iniciados el 11 de agosto y prolongados durante todo el día y la noche.
Los bombardeos indiscriminados han provocado una destrucción generalizada de viviendas, mercados, hospitales y zonas de desplazamiento. Equipos locales de respuesta informan que al menos 40 civiles han perdido la vida en los ataques a dos campos de desplazados. Una vez más, la población civil sufre las consecuencias de graves violaciones del Derecho Internacional Humanitario.
La población de El Fasher lleva más de catorce meses bajo asedio. La ciudad se encuentra estrangulada, no solo por los continuos bombardeos aéreos y de artillería, sino también por el uso deliberado del hambre como arma de guerra. Durante meses, se ha bloqueado sistemáticamente la entrada de ayuda humanitaria, los comerciantes han sido atacados y a los agricultores se les ha impedido sembrar. Informes recientes apuntan al acaparamiento de alimentos con fines militares, lo que agrava aún más el sufrimiento civil. Con los mercados agotados, altos impuestos al transporte de mercancías y precios descontrolados, la población ha tenido que recurrir incluso a consumir pienso para animales, cuyos suministros también se están acabando. Los comedores comunitarios gestionados por equipos locales están siendo atacados y, debido a la falta de fondos, solo pueden atender a mujeres y niños. Ante la falta de refugios seguros, algunos civiles han comenzado a cavar hoyos en el suelo para protegerse de los ataques.
La continuación de los ataques, la obstrucción a la ayuda y los atentados contra infraestructuras esenciales reflejan una estrategia deliberada para someter a la población civil mediante el hambre, el miedo y el agotamiento. No existe una vía segura de salida: las carreteras están bloqueadas y quienes intentan huir se enfrentan a ataques, extorsión en los controles, discriminación, e incluso la muerte. Testimonios de supervivientes relatan que han sido despojados hasta del agua, y han tenido que cavar tumbas improvisadas en el camino para quienes murieron o fueron asesinados durante la huida. Los trabajadores humanitarios y sus familias siguen siendo objetivo de ataques y detenciones, mientras diversos informes apuntan a violencia y explotación sexual generalizadas contra quienes intentan escapar.