Más de 130 ONG exigen una acción inmediata para poner fin al letal plan de distribución israelí (incluida la denominada Gaza Humanitarian Foundation), reestablecer los mecanismos de coordinación liderados por la ONU y levantar el bloqueo israelí sobre la ayuda humanitaria y los suministros comerciales
Los 400 puntos de distribuciónactivos durante la tregua en Gaza han sido reemplazados por solo cuatro sitios bajo control militar, forzando a dos millones de personas a zonas militarizadas y superpobladas donde enfrentan fuego constante y pérdidas masivas al tratar de obtener alimentos, al mismo tiempo que se les niegan otros suministros esenciales.
Hoy, la población palestina en Gaza enfrenta una elección imposible: morir de hambre o arriesgar la vida mientras lucha por alimentar a sus familias. Las semanas posteriores al inicio del plan de distribución israelí han sido de las más mortales y violentas desde octubre de 2023.
En menos de cuatro semanas, más de 500 palestinos han sido asesinados y casi 4.000 heridos al intentar acceder o distribuir alimentos. Las fuerzas israelíes y grupos armados —algunos presuntamente respaldados por las autoridades israelíes— abren fuego con frecuencia contra civiles desesperados que arriesgan todo por sobrevivir.
El sistema humanitario está siendo desmantelado deliberada y sistemáticamente por el bloqueo impuesto por el gobierno israelí, que justifica el cierre de casi todas las otras operaciones de ayuda a favor de una alternativa letal y militarizada que no protege a los civiles ni satisface necesidades básicas. Estas medidas perpetúan un ciclo de desesperación, peligro y muerte. Los actores humanitarios con experiencia siguen listos para entregar ayuda vital a gran escala, pero, a más de 100 días desde que las autoridades israelíes reimpusieron un bloqueo casi total de ayuda y bienes comerciales, las condiciones humanitarias en Gaza están colapsando más rápido que en ningún otro momento de los últimos 20 meses.
Bajo el nuevo esquema del gobierno israelí, civiles hambrientos y debilitados son obligados a recorrer kilómetros en terrenos peligrosos y zonas de conflicto activo, solo para enfrentarse a una carrera violenta y caótica hacia puntos de distribución militarizados y cercados, con un acceso único. Allí, miles quedan atrapados en recintos donde deben pelear por escasas raciones de alimentos. Estos lugares se han convertido en escenarios de masacres repetidas, en flagrante violación del derecho internacional humanitario. Entre las víctimas hay niños huérfanos y sus cuidadores, y los menores están implicados en más de la mitad de los ataques. Con el sistema sanitario de Gaza destruido, muchos de los heridos de bala quedan desangrándose solos, sin acceso a ambulancias ni atención médica vital.
En medio de condiciones de hambre extrema y casi de cero supervivencia, muchas familias nos cuentan que ahora están demasiado débiles para competir por raciones de comida. Quienes logran regresar con algo llevan solo productos básicos —poquísimos para prepararse, sin agua limpia ni combustible para cocinarlos. El suministro de combustible está casi agotado, paralizando servicios esenciales salvavidas como panaderías, redes de agua, ambulancias y hospitales. Las familias se refugian bajo plásticos, improvisan cocinas entre escombros, sin combustible, agua limpia, saneamiento ni electricidad.