El estado de Gadarif fue alguna vez una tranquila región agrícola. Hoy es un refugio para miles de familias que huyen del creciente conflicto en Sudán.
Entre ellas está Rayan, madre de cinco hijos, cuya vida se ha reducido a una lucha diaria por las necesidades más básicas: comida, refugio y seguridad.
Su historia es un reflejo de la crisis mundial de refugiados, que nos obliga a enfrentar el costo humano del desplazamiento, no como una tragedia lejana, sino como una realidad implacable para millones de personas.
La noche en que todo cambió
La familia de Rayan vivía en Jartum, con una vida modesta pero estable. Su esposo tenía un pequeño negocio y sus hijos asistían a la escuela. “No era lujosa”, recuerda, “pero era nuestra vida”.
Todo cambió de un día para otro, cuando los combates llegaron a su barrio el año pasado. Con las balas volando y los comercios en llamas, la familia abandonó todo lo que conocía. Uniéndose al interminable flujo de personas que huían, primero se dirigieron a Singa, en la región del Nilo Azul, y luego a Gadarif, tras nuevos enfrentamientos.
“Salimos sin nada”, relata. “Sin dinero, sin pertenencias, sin documentos, solo con la ropa que llevábamos puesta”.
En Gadarif, miles de familias desplazadas viven en refugios estrechos e improvisados, dependiendo de la ayuda humanitaria para cubrir sus necesidades diarias. Hoy, la familia de siete personas vive hacinada en el patio de una familia anfitriona. Láminas de plástico cubren los agujeros en las paredes; un solo bidón de agua hace las veces de mobiliario.
El esposo de Rayan va cada día al amanecer al mercado en busca de trabajos ocasionales. En los días afortunados gana unos 2,50 euros cargando sacos de grano y acomodando cajas. En los muchos días desafortunados, regresa con las manos vacías.
La mayor crisis de desplazamiento del mundo
La rapidez del desplazamiento en Sudán ha sido devastadora: las Naciones Unidas estiman que más de 11 millones de sudaneses están ahora desplazados, la mayor crisis de desplazamiento interno jamás registrada.
Y sin embargo, Sudán es solo una de muchas zonas de fractura en un patrón global. En todo el mundo, 122,6 millones de personas —tres cuartas partes de ellas mujeres y niños— viven en el limbo tras huir de conflictos, persecuciones y desastres.
El desplazamiento desencadena una reacción en cadena de sufrimiento. Los niños abandonan la escuela, las familias venden todo lo que tienen, y las enfermedades se propagan donde la atención sanitaria es escasa.
El conflicto en Sudán sigue provocando una crisis devastadora de desplazamiento
En Gadarif, las noches calurosas incrementan los riesgos sanitarios para las familias desplazadas, especialmente para los niños pequeños, que son muy vulnerables a la malaria. La hija de dos años de Rayan ya ha enfermado.
Para las adolescentes, la crisis implica un nivel adicional de dificultad. Las compresas higiénicas son un lujo caro, y las alternativas improvisadas suponen riesgos para la salud y obligan a muchas a permanecer en casa.
Islamic Relief lleva ayuda vital
Islamic Relief ha distribuido ayuda en el barrio de Rayan gracias al apoyo del Humanitarian Emergency Fund (HEF). Cada familia recibió un kit de dignidad, que incluía 2 mosquiteros, compresas, cepillos de dientes, jabón, mantas y velos, además de una ayuda en efectivo.
“La mosquitera fue una pequeña cosa que nos dio mucha tranquilidad”, dice Rayan. Su hija menor ahora puede dormir toda la noche. El dinero cubrió un mes de alquiler y permitió comprar aceite de cocina y lentejas. “Por primera vez en semanas”, añade, “compré carne”.
Los compañeros de Islamic Relief en Sudán destacan que el dinero devuelve dignidad y capacidad de elección. “Permite a las familias decidir qué es lo que más necesitan”, explica Adam Yagoub, responsable de comunicación de Islamic Relief Sudán. “Algunos compran alimentos, otros pagan atención médica, y otros ahorran para el viaje de regreso, cuando sea posible”.
Una oportunidad justa para sobrevivir
El conflicto en Sudán no muestra señales de disminuir; los corredores humanitarios siguen siendo inestables y los fondos escasean, mientras nuevas crisis atraen la atención internacional. El último llamamiento de Islamic Relief para Sudán solo ha recibido el 42% de los fondos necesarios.
Rayan sabe que esos números se traducen en ayuda racionada. “No esperamos lujos”, dice, “solo una oportunidad justa”.
Su lista de deseos es sencilla: paquetes de alimentos regulares, refugios seguros, fumigación contra mosquitos y, sobre todo, paz, para que sus hijos puedan volver a la escuela.
Dona ahora a nuestra campaña por Sudán para ayudar a familias como la de Rayan a sobrevivir con dignidad.