viernes, 11 julio 2025

Para muchas personas que viven en Srebrenica y sus alrededores, los horribles eventos ocurridos hace 30 años siguen presentes. Pero Ismet ha tomado la decisión consciente de enfrentarse a ese doloroso pasado.

Este joven de 31 años trabaja como técnico y conductor en el Centro Memorial de Srebrenica, un lugar de homenaje y cementerio creado para honrar a las víctimas del genocidio de 1995. Entre los hombres y niños asesinados se encontraba el padre de Ismet

“Cuando huimos de nuestra casa, mi madre se dirigió a una aldea cercana y mi padre se fue por el bosque. Lo capturaron y lo ejecutaron. En 2009, lo encontraron en una fosa común y lo enterramos en el Centro Memorial.”

Ismet tenía solo unos meses de vida cuando ocurrió el asesinato, así que no guarda recuerdos de su padre. Sin embargo, hoy en día su vínculo con él sigue vivo.

“Voy a su tumba todos los días. Cuando vas todos los días y ves esas lápidas, aprendes más sobre lo que pasó. Todo el mundo habla de ello, ¿sabes? Cada día surgen nuevas historias, así que vas entendiendo más, incluso si no lo viviste directamente. Sí, es duro, pero siento profundamente que lo que ocurrió no debe olvidarse. Eso es lo que me mantiene conectado a este lugar más que cualquier otra cosa. Porque si no estamos aquí, [esos recuerdos] desaparecerían.”

Durante la guerra, Ismet y su familia se convirtieron en desplazados. Creció y fue a la escuela lejos de su hogar, y volvió después de graduarse y casarse.

Ahora vive en una aldea cerca de Srebrenica, donde nació, junto con su esposa y sus dos hijas. Como muchas personas en Bosnia y Herzegovina, Ismet ha tenido dificultades para encontrar trabajo estable, pero el apoyo de Islamic Relief ha aliviado parte de esa carga. Tras escuchar una convocatoria pública, Ismet solicitó ayuda y recibió un invernadero, lo que le permitió ganarse la vida cultivando en su aldea montañosa.

“Significó mucho para mí. Económicamente, no podía comprar un invernadero por mi cuenta, así que esto me ayudó bastante. Siempre fue mi deseo tener uno, porque aquí, cuando plantamos tomates o pimientos al aire libre, casi no crecen por la altitud.”

Ahora su familia ahorra dinero al cultivar su propia fruta y verdura, y ocasionalmente vende el excedente para obtener un ingreso adicional.

“Hasta el invierno, estoy ocupado todos los días”, dice Ismet. “Tenemos frambuesas, moras y bayas de aronia para cosechar. Mi esposa y yo no podemos con todo, así que a veces contrato a alguien para que nos ayude.
También tengo pimientos rojos, tomates, pepinos y pimientos amarillos.”

“Agradezco a Islamic Relief porque realmente ayudan a nuestra gente aquí. Hay vecinos [que también han recibido apoyo] — algunos tienen ganado, vacas, otros tienen secadores [para deshidratar frutas y verduras] e invernaderos. No es solo una familia la que se ha beneficiado; hay toda una cadena de apoyo.”

Ismet espera poder hacer permanente su puesto en el Centro Memorial, para que él y su familia puedan vivir con tranquilidad en la aldea. La falta de oportunidades laborales ha provocado que muchos jóvenes se marchen en busca de trabajo.

“Si Dios quiere, las cosas mejorarán. Muchos jóvenes se están yendo, y solo los ancianos se quedan.  Por desgracia, soy el más joven en esta aldea, junto con mi familia. Realmente no viene gente nueva porque, a medida que crecen las nuevas generaciones, la gente se va. Terminan la escuela y se marchan, nadie se queda aquí.»

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