martes, 16 junio 2020

“Mientras el mundo lucha por combatir la pandemia, en el Día Mundial del Medio Ambiente no debemos olvidar la necesidad de una acción climática audaz y urgente para garantizar la supervivencia de la humanidad”, afirma Shahin Ashraf, gerente de Defensa Global de Islamic Relief.

“Cuando me enteré de cuánto duraría el confinamiento de Italia, intuí que en poco tiempo el resto de Europa haría lo mismo. En el momento en el que se declaró el estado de alarma en el Reino Unido me sorpendí, aunque no debía.  

Por primera vez en mi vida, sentí cómo deben sentirse a diario todas las comunidades con las que trabaja Islamic Relief, especialmente aquellas que luchan contra el impacto del cambio climático.

Incertidumbre, miedo a lo desconocido, verse obligado a adaptarse al cambio, preocupaciones por poder acceder a la atención sanitaria, ansiedad por los medios de subsistencia, familias preocupadas de que se les acabe la comida… De repente ocurría en casa y no, fuera.”

Nuestra supervivencia depende de un ecosistema saludable

No se necesita mucho para alterar el delicado ecosistema de nuestro planeta. Si bien el mundo se ha ralentizado debido al Covid-19, el impacto negativo derivado de la acción humana en el medioambiente no se puede detener tan fácilmente.

La mayoría de los ecosistemas sufren los efectos del cambio climático, ya sea a través de la extinción, la pérdida de minerales y la biodiversidad, la destrucción de hábitats o niveles extremos de contaminación (que se han reducido notablemente durante el confinamiento).

Nuestra supervivencia (sistemas alimentarios, medicamentos, agua e incluso el aire que respiramos) depende del equilibrio de nuestro ecosistema y todo está estrechamente entrelazado. No podemos seguir ignorando los efectos devastadores a los que estamos arrastrando a nuestro planeta.

Niño sosteniendo una bola del mundo

Mientras detenía el mundo a su paso, la pandemia nos ha dado la oportunidad de cuidarnos mejor a nosotros mismos y al planeta en el que vivimos. Los musulmanes acaban de terminar el mes de Ramadán, en el que se nos pide que pensemos más profundamente sobre nuestras acciones. Esto debería incluir pensar en nuestro consumo, nuestra huella global, nuestra relación con la naturaleza y nuestras responsabilidades como guardianes de este planeta.

Elevó el cielo y estableció la balanza de la justicia para que no transgredan el equilibrio [de la equidad]. – Corán (55:7-8)

Quizás después del Ramadán, podamos efectuar cambios permanentes en nuestro estilo de vida cuando retomemos nuestra rutina normal. Veremos que no es tan difícil, después de todo, reducir la contaminación utilizando formas de transporte más ecológicas. Quizás recordemos el miedo a la escasez de alimentos que llevaron a miles de personas a comprar en exceso al comienzo de la pandemia, y a hacer más para vivir y comer de manera más ética para que las familias más necesitadas de todo el mundo no pasen hambre mientras el cambio climático arruina sus vidas y sus medios de subsistencia.

Nuestro consumo de alimentos es en sí una amenaza para la vida misma

En nuestro delicado ecosistema, los animales también son víctimas de nuestro consumo de alimentos. Casi el 38% de todas las especies conocidas están al borde de la extinción debido a la acción humana, como la tala de bosques para abrir paso a espacios agrícolas. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, casi el 60% del daño a la biodiversidad mundial se debe a lo que comemos.

Esta pandemia nos ha recordado que los alimentos que consumimos tienen consecuencias no solo en el medioambiente, sino también en nuestra propia salud. Si todos reducimos nuestra ingesta de carne y lácteos tan solo un 20%, veremos una mejora positiva significativa en ambos.

Casi el 70 % de la flora está en riesgo debido al calentamiento global. Nuestra supervivencia depende de la suya. Como las plantas y los árboles no pueden cambiar de hábitat, depende de nosotros crear un espacio para que prosperen. Algo tan simple como plantar más árboles y semillas puede revertir parte del daño hecho a nuestro ecosistema.

Macetas con plantas
Todos podemos ser agentes de cambio

La crisis sanitaria del Covid-19 nos ha obligado a adaptarnos, mostrándonos que somos capaces de cambiar. ¿Cómo podríamos entonces volver a nuestras viejas formas destructivas sabiendo que un nuevo virus podría poner de rodillas de nuevo al mundo?

Como testigos de la fragilidad de nuestro ecosistema, debemos reconocer que sin una acción inmediata y eficaz, nos tocará hacer frente a consecuencias duraderas y profundamente perjudiciales para nuestra salud y planeta.

Así como tenemos el deber de cuidar a nuestros semejantes, debemos extender esa bondad a nuestro planeta. A medida que nos adaptamos a la nueva normalidad conviviendo con el coronavirus, todos debemos desempeñar nuestro papel en la protección de este planeta que compartimos. Ya nos hemos visto obligados a dar el primer paso, no retrocedamos ahora dos pasos.

Este planeta es el único hogar que tenemos, así que tratémoslo con el respeto con el que Dios nos enseñó.

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