En 1995, la pequeña ciudad minera de Srebrenica, en el este de Bosnia y Herzegovina, ya había soportado tres terribles años de asedio en medio de la Guerra de Bosnia
Antes de que comenzara la guerra, el 73% de la población de la ciudad era bosniaca y el 25% eran serbios bosnios. Pero, a medida que avanzaba la guerra —y tras las campañas de limpieza étnica llevadas a cabo por la República Srpska durante 1992 y 1993—, cada vez más civiles bosniacos del este de Bosnia huyeron hacia Srebrenica, buscando refugio en lo que las Naciones Unidas (ONU) habían declarado una Zona Segura.
La población de Srebrenica creció de 9.000 a 70.000 personas.
En 1993, el general Phillipe Morrillon de la ONU visitó Srebrenica. Al ver las condiciones horribles en la ciudad, y después de no poder marcharse debido a la desesperación de la población, Morrillon declaró a los bosniacos reunidos: “Ahora están bajo la protección de las fuerzas de la ONU. Nunca los abandonaré.”
La presencia de los cascos azules de la ONU no disuadió a la República Srpska de su deseo de tomar Srebrenica, pues consideraban la ciudad estratégicamente importante para sus operaciones.
En marzo de 1995, el líder político de los serbios bosnios, Radovan Karadzic, ordenó a sus fuerzas “crear una situación insoportable de inseguridad total, sin esperanza de supervivencia o vida para los habitantes de Srebrenica.”
Las tropas serbias bloquearon a los civiles dentro de la ciudad, sin permitir la entrada de alimentos ni agua durante meses. Las provisiones se agotaron. Los residentes comenzaron a morir de hambre.
Luego, las tropas serbias avanzaron.
Desde el 6 de julio de 1995, las fuerzas serbias intensificaron su asedio. El bombardeo continuó durante días, provocando pánico entre los residentes y forzando a decenas de miles a huir a la ciudad vecina de Potocari, donde se encontraba una base de la ONU.
Algunos cascos azules fueron tomados como rehenes, mientras las fuerzas serbias exigían que los soldados bosniacos entregaran sus armas a cambio de seguridad.
11 de julio
El 11 de julio, el líder militar serbio bosnio Ratko Mladic entró en Srebrenica y, en una declaración grabada en video por un periodista serbio, afirmó:
“Entregamos esta ciudad a la nación serbia. Ha llegado el momento de vengarse de los musulmanes.”
Para entonces, había hasta 25.000 civiles bosniacos congregados alrededor de la base de la ONU en Potocari, todos intentando desesperadamente ponerse a salvo. Las condiciones eran horribles, con muy poca comida o agua disponible, y sin protección contra el agobiante calor de julio.
Los soldados serbios comenzaron a mezclarse con la multitud, causando aún más pánico. En testimonios posteriores, los cascos azules describieron la situación como “caótica”, con testigos que afirmaron haber visto a soldados serbios aterrorizando a los civiles bosniacos.
Al caer la noche, el horror continuó. Los soldados sacaban personas al azar de la multitud. Algunos regresaban, otros no. Durante la noche, violaron a mujeres y niñas, y asesinaron a decenas de hombres y niños.
Esa noche, un enorme grupo de 10.000 hombres y niños bosniacos huyó por los bosques que rodean Srebrenica, tratando de llegar a la ciudad libre de Tuzla —a más de 100 kilómetros de distancia.
12 – 13 de julio
El 12 de julio comenzaron a llegar los autobuses.
Mientras los cascos azules observaban, los soldados comenzaron a separar a las mujeres, niñas y niños menores de 12 años de los demás, obligándolos a subir a los autobuses.
Los autobuses fueron descritos como sobrecargados y sofocantemente calurosos. Quienes iban a bordo no sabían adónde los llevaban.
Durante los siguientes dos días, más de 20.000 mujeres y niños fueron enviados a territorio controlado por los bosniacos, llegando finalmente a Tuzla, donde se había establecido un campamento.
14 de julio
En lo que se convertiría en la mayor masacre en suelo europeo desde el Holocausto, los soldados comenzaron sus ejecuciones masivas de los hombres retenidos en Bratunac.
Miles fueron asesinados. Algunos individualmente, otros en grupos. Luego, sus cuerpos fueron empujados con excavadoras a fosas comunes cerca de los sitios de ejecución. Hay informes horripilantes de personas enterradas vivas, mientras que los restos encontrados más tarde muestran signos de tortura.
Meses después de la masacre, los soldados intentaron encubrir sus crímenes esparciendo los restos en distintas fosas comunes. El Centro Conmemorativo de Srebrenica informa que hasta ahora se han hallado restos de las víctimas en 94 fosas comunes en todo el este de Bosnia.
En un proceso judicial que tardó 24 años en completarse, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia concluyó que el asesinato masivo ocurrido en Srebrenica fue, más allá de toda duda razonable, un genocidio. El juicio, que se extendió de 1993 a 2017, acusó a 161 personas por su implicación en el genocidio.
Hasta el momento, se sabe que 8.372 hombres y niños bosniacos fueron ejecutados entre el 13 y el 19 de julio de 1995. Se estima que más de 1.000 personas más aún siguen desaparecidas.