En Kahramanmaraş, al norte de Gaziantep, a Emina también le arrebataron su sueño:
“Mi esposo no estaba en casa cuando ocurrió el terremoto. Estábamos sólo yo y los niños”, dice la madre turca de 47 años. “Tuve que calmar a mis hijos y salvarlos. Estaba más concentrada en garantizar su seguridad que la mía. De alguna manera logramos escapar afuera descalzos, en medio de la lluvia y la nieve. Fue una escena de absoluta desesperación”.
Al otro lado de la frontera, en Siria, el mundo de Ali se estaba desmoronando también:
“Esa noche estaba trabajando en la panadería”, recuerda Ali, cuya familia dormía en casa. “Todo a mi alrededor empezó a temblar violentamente. Salí corriendo del edificio. La escena era aterradora: los edificios temblaban violentamente y se derrumbaban, uno tras otro. Pero el verdadero shock me esperaba en casa. Todo fue destruido. Empecé a buscar entre los escombros, pero reinó el silencio. Mis ojos buscaron cualquier señal de vida. Durante tres días completos cavé y busqué, pero fue en vano”.
A los 30 años, Ali había perdido a su esposa y a sus cinco hijos.
“Perdí a mi familia… lo perdí todo. En esos momentos difíciles, los recuerdos de mis hijos y las imágenes de sus rostros inocentes atormentaron mi mente. Recuerdo sus risas y abrazos. Grité a todo pulmón por mis hijos que me fueron arrebatados”.
Ali visita regularmente el cementerio, donde recuerda a su esposa y sus 5 hijos.
Ahmad, Emina y Ali enfrentaron más devastación por venir. Cientos de réplicas, incluyendo un temblor casi tan fuerte como el primero, causaron más destrucción en comunidades ya destrozadas en Turquía y Siria.
Alrededor de 57.000 personas fallecieron y muchas más resultaron heridas. El daño fue generalizado: el desastre afectó a 11 provincias turcas, incluyendo algunos de los lugares más pobres del país y regiones de Siria donde la mayoría de la gente ya dependía de la ayuda humanitaria.
Desde el primer día de la emergencia, Islamic Relief fue un salvavidas.
Alcanzamos a decenas de miles de supervivientes con alimentos, agua, mantas y artículos de higiene, así como dinero en efectivo y vales. Emina estuvo entre las personas a las que ayudamos: la familia recibió alimentos, mantas y agua potable, así como vales con los que compraron lo esencial.