viernes, 11 julio 2025

Aunque los horrores ocurridos en Srebrenica no fueron la única razón por la que la guerra en Bosnia llegó a su fin, sí desempeñaron un papel significativo al presionar a la comunidad internacional para que interviniera

Los bombardeos aéreos de la ONU y la OTAN finalmente obligaron a las fuerzas serbobosnias a participar en conversaciones de paz

La guerra terminó oficialmente en 1995, cuando se negoció un acuerdo de paz en la ciudad estadounidense de Dayton, Ohio, entre los entonces presidentes de Bosnia y Herzegovina y Croacia – Alija Izetbegović y Franjo Tuđman – y Slobodan Milošević, líder de Yugoslavia.

El Acuerdo de Paz de Dayton estableció dos entidades estatales dentro de Bosnia: la República Serbia, llamada Republika Srpska (que incluye el territorio de Srebrenica), y la Federación de Bosnia. Cada entidad está dividida en 10 zonas. También existe un gobierno central bosnio, cuya presidencia rota cada 8 meses entre un serbio, un bosnio musulmán (bosniak) y un croata. Es un sistema político singularmente complicado.

El Acuerdo de Dayton garantizó a los refugiados que habían huido del este de Bosnia el derecho a regresar a sus hogares. Solo una fracción de la población bosnia musulmana que vivía en Srebrenica antes de la guerra regresó a la ciudad.

La búsqueda de justicia

Tras la guerra, investigaciones de la ONU determinaron que, aunque todas las partes en el conflicto cometieron crímenes de guerra, las fuerzas serbias fueron responsables de la gran mayoría de ellos.
Incluso antes de que finalizara la guerra, el Consejo de Seguridad de la ONU creó en 1993 el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) con el fin de enjuiciar a los responsables de las atrocidades cometidas durante el conflicto.

Los juicios que siguieron llevaron a que 161 personas fueran acusadas de crímenes. Entre ellas había jefes de Estado, ministros, y decenas de líderes políticos, militares y policiales de distintos rangos y de varias partes del conflicto.

El acusado más destacado fue Slobodan Milošević, quien fue acusado, pero murió bajo custodia. Radovan Karadžić, exlíder del ejército serbobosnio, fue declarado culpable de genocidio en marzo de 2016 y condenado a 40 años de prisión. El general Ratko Mladić cumple una condena de cadena perpetua por su participación en el genocidio de Srebrenica.

En 2002, un informe de la ONU responsabilizó al gobierno y a los oficiales militares neerlandeses por no haber evitado las matanzas. En respuesta al informe, el gobierno de los Países Bajos renunció en pleno.

Un proceso largo y doloroso

Cuando la guerra llegó a Bosnia, muchos en el país se preguntaban: “¿cómo pudo pasarnos esto?”. Una vez terminada, la pregunta cambió a: “¿cómo volvemos a la normalidad?”

En los años inmediatamente posteriores a la guerra, Bosnia se vio envuelta en crisis humanitarias. Todo un país necesitaba ser reconstruido. La infraestructura de transporte y energía, los servicios de salud y educación, y la economía debían levantarse desde cero.

En todo el país, cientos de miles de bosnios musulmanes, croatas y serbios regresaban a sus hogares en ruinas.

Veteranos y civiles por igual tuvieron que aprender a lidiar con todo lo que habían vivido, mientras enfrentaban el hecho de volver a ser vecinos de quienes habían participado activamente en los horrores de la guerra. El trauma colectivo que un conflicto armado inflige violentamente sobre una población puede tardar años en sanar.

Para muchos sobrevivientes, especialmente quienes vivieron los campos de concentración y los acontecimientos de Srebrenica, esas heridas nunca sanarán por completo.

Trauma generacional

Incluso hoy, gran parte de Bosnia sigue marcada por el impacto de la guerra. Los edificios en la capital, Sarajevo, están llenos de agujeros de balas, mientras que muchas casas dañadas o destruidas en los pueblos del país aún no han sido reconstruidas.

Bosnia continúa funcionando con dificultad bajo el Acuerdo de Dayton, mientras las tensiones persisten. A medida que las generaciones mayores siguen procesando sus experiencias, los jóvenes también sufren. La economía nunca se ha recuperado del todo, con muy pocas oportunidades laborales, lo que obliga a miles de jóvenes adultos a abandonar el país en busca de trabajo.

Existe toda una generación de bosnios que solo conoce a sus padres a través de fotografías y videos. Ya sea que hayan perdido a sus padres en el genocidio de Srebrenica o a sus madres durante el conflicto, miles de personas nacidas en los años noventa viven cada día con el peso de esas pérdidas.

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